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jueves, 23 de octubre de 2008

Hasta la vista Mario, Hasta la vista Francotirador Porteño.




















El estaba en un Barco
navegaba despacio
cuando desembarcò comenzò a ser olvidado
el tiempo nos devora rápidamente
en esta actividad
El mar, siempre el mar
y sobre él, nosotros
de su camarote zumbidos ebrios
los quejidos y ya los màmparos
crujen sin èl
el fantasma ahora tripula en silencio
Mario Paulucci

Soy dècada y monedas menor que Mario Paulucci, mi compañera de banco era la prima hermana de Mario. Cuando teníamos 14, 15 años, no nos dejaban salir fàcil, entonces nos escapábamos de noche por las ventanas. De ahí que a nuestros padres no les quedò mas remedio que ponernos de chaperones a hermanos, primos y lo que podían.
Mario fue el nuestro. Pasaron los años, y en esa furiosa década del 70 nos volvimos a cruzar, pero fue esporádico, casi no nos reconocimos. El era mercante, yo trabajaba en la administración del personal embarcado. Pasaron más años y perteneciendo por ese entoncesyo, al grupo de Buenos Aires poesía, estábamos en el salón de promusica, cuando lo vi entrar con su gabardina, y el bolso de marinero..y ahí si nos reconocimos.
A partir de ahi, charlamos mucho, nos cruzábamos en radios, y supo ser como el hermano que no tuve en nuestras charlas y recuerdos de vida. Creo que a èl le faltaba una hermana también. Mis hijas de muy pequeñas le han arrancado muchas risas sinceras, del alma, cosa difícil para el por esos días.
Supimos ser buenos amigos. No se si tanto reto o que pasò, pero fue encontrando otra pasión el teatro, la actuación. De la mano de Lito Cruz, ahí arrancó con un video clip de un rockero por el cual, yo (que adoro el Rock Argentino) lo cargaba, luego vinieron las películas, muchas, muy buenas (Buenos Aires Viceversa, Remake, etc), por fin comenzaba a irle bien, habia encontrado un camino que le gustaba y sin tener que pensar que haría mañana para sobrevivir, y otra gente linda lo rodeaba, alejando los fantasmas de desapariciones que siempre lo acosaban. Sus amores fueron ventanas que se habrían y cerraban a cada rato, creo que le falto permanencia y suerte para eso. Pero sus otros amores, la poesía, el tango, que supo contagiarmelo, fueron como una marca en su corazón que le daban su sello. El compuso muchos papeles pero siempre aparecia su Mario, su personaje tan querido por todos, ese tanguero que no resigna un cm de su ciudad, porque le fue imposible dejar de ser un francotirador desde la palabra, y la cultura.

En estos últimos años la vida le hizo perder primero a su hermano. Sergio Paolucci un músico, saxòfonista, compositor de notas y canciones reconocidas, muy parecidos ellos, físicamente, pero tan distintos y celosos uno del otro y hace unos pocos años a su madre, una persona fuerte, directora de escuela, con una dulzura encantadora.

Mario se hizo querer mucho por Lomas de Zamora, siempre diò con alguna frase justo en el blanco de todos los que lo hemos tratado. Para mi sigue caminando y vagando con sus fantasmas misteriosos y marítimos, por los cañaverales del jardín de su casita, o entrando y saliendo de algùn cafetìn como Parìs, en esa Lomas de politiquerìa y tan egoísta o amarreta con la cultura, o sea me resulta difícil decirle chau, así tan natural y como debe ser.
Siento que todavìa camina por las calles, en alguna conversa con uno por ahi...retàndo, aconsejando, lo que el mismo no harìa...
o estar compartiendo con èl, un amor en comùn que siempre nos llenò los ojos :
La Mar.

Inevitable Mario querido: la vida, nunca pudo dejar de asombrarme y golpearme para que no me duerma, aunque los còdigos sean hoy otros!!!


Silvia Vazquez.

















La poesìa de Mario Paolucci, es fuertemente tanguera, poesìa apasionada a la atmòsfera de ambas orillas Montevideo-Buenos Aires.
Juan Carlos Lamadrid 1981

Mario Paolucci, poeta de Alma y Destino, con perfume triste de tango que no alcanzò a escribir Isidoro Ducasse nuestro amado y maldito maestro
Horacio Ferrer

Paolucci nos desnuda un porteñismo cabal con reminiscencias de poetas malditos pero canyengues entreverados con fraseos de Pichuco y acordes de Jazz autèntico, lo que nos permite disfrutar una poesìa creativa, incitante y de clima acentuadamente nuestro y a la vez universal.
Hèctor Negro

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